miércoles, 18 de diciembre de 2013

REPORTAJE: Así vivió Jaén el Año de la Fe. EL RETABLO DE NUESTRA FE, 15 de junio de 2013

FOTOS Y VÍDEOS DE JOSÉ CARLOS MARTÍNEZ

Las cofradías de la capital del Santo Reino celebraron el Año de la Fe con una Procesión Magna que culminó en una gran catequesis plástica en la Plaza de Santa María, presidida por el Obispo, D. Ramón del Hoyo. 



En pleno mes de junio, once pasos procesionales de la Pasión del Señor salieron a las calles al igual que en Semana Santa, para participar de este Magno Acontecimiento Religioso para la ciudad de Jaén. A las cinco en punto, se abrían las puertas de las Iglesias de San Felix y de San Roque, poniéndose en la calle los pasos de la Entrada en Jerusalén y de la Santa Cena. 




A medida que avanzaba la tarde, el resto de imágenes comenzaron su traslado a la Plaza de la Constitución, lugar en el que comenzaría a las siete de la tarde una Procesión Magna y cronológica, en dirección a la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad. Con un poco de retraso, los pasos fueron llegando a la Plaza de Santa María, lugar donde se celebró la Catequesis titulada El Retablo de Nuestra Fe, que hizo un repaso por la Pasión y Resurrección de Jesús, desde el punto de vista de la Virgen María. 





A continuación, se reprodujo un audiovisual sobre la fachada de la Catedral que mostró la historia de la fe en la ciudad de Jaén, y con más de una hora de retraso se celebró la Santa Misa, presidida por la Virgen de la Capilla, Patrona de la ciudad, y Santa Catalina, co-patrona de la misma. 







Alrededor de la 1 de la mañana, con un espectáculo pirotécnico-musical, se dio por finalizado este gran acto y dieron comienzo los traslados de vuelta de los pasos participantes. 



Sin duda, un día histórico para una ciudad que acogió extraordinariamente este acto, saliendo a las calles para vivir un día de Fe como no se había vivido jamás en la ciudad. 



La Procesión Magna discurrió con diez acompañamientos musicales, todos procedentes de la provincia, que fueron una perfecta banda sonora que contagió y emocionó al público, mientras discurrían las imágenes. Participaron los pasos de La Borriquilla, La Santa Cena, La Oración en el Huerto, El Prendimiento, La Presentación al Pueblo, Jesús de la Caída, Jesús Despojado, El Silencio, El Yacente, El Resucitado y La Virgen de las Angustias. 

Retablo del Rescate de Baeza restaurado







La cofradía del Descendimiento repite su Ensayo Solidario el 21 de Diciembre


ARTE: Análisis del Cristo del Gran Poder, Sevilla


Foto y texto de JOSEP CAMACHO

Una de las imágenes más importantes de toda la historia es el ‘Jesús del Gran Poder de Sevilla’, una escultura que pertenece al periodo conocido como Barroco Español y que sale en procesión durante la Semana Santa de Sevilla.
Antes de pasar a analizar la obra del artista Juan de Mesa, introduciremos el periodo histórico en el que se ubica y sus principales características.
El Barroco es un periodo que se caracteriza por el realismo. Frente a los modelos idealizados de la Antigüedad, España torna a lo que le es más entrañable, es decir, a ese realismo que vemos como denominador común en todos sus tiempos. La temática queda fijada por quien es casi el único cliente: la Iglesia. Durante esta época, la escultura aparecerá exenta y rara vez con bajos relieves. Cada vez existen más esculturas independientes.
Con todo ello, existe una diferencia entre la escuela castellana y la andaluza. Ambas escuelas son realistas, pero mientras la castellana se puede decir que es hiriente, con el dolor o la emoción a flor de piel, la andaluza es sosegada, buscando siempre la belleza correcta.
El conjunto está dividido en dos partes: el paso y el Cristo.
El paso es de estilo barroco bañado en oro. Su autor es Francisco Ruiz Gijón y lo realizó entre 1682 y 1692. Está rodeado por cuatro faroles grandes de plata, obra de Rafael León en 1908. Los faldones están bordados con oro y seda. Fue restaurado en el año 2011.
Por otro lado, el Señor lleva una túnica morada lisa que simboliza la pasión y el dolor. Se representa camino del Calvario cargando con la cruz. Jesús del Gran Poder de Sevilla es representado con la cruz al hombro de camino al Calvario. Fue tallado en madera policromada en 1620 para la cofradía del Traspaso de Sevilla por Juan de Mesa y tiene una altura de 1,81 cm. Tiene talladas la cabeza y la corona de espinas, las manos y parte de las piernas junto con los brazos, codos y hombros articulados. Se representa con la actitud de caminar con el pie izquierdo, dando una gran zancada, por eso cuando el paso camina al ritmo de los costaleros, parece que el propio Jesús esté andando. La cabeza y el cuerpo se inclinan al lado contrario del que porta la cruz.  Muchos aluden a que el Jesús del Gran Poder de Sevilla está influenciado por el Jesús de la Pasión de Martínez Montañés.  Juan de Mesa crea una figura que sobrepasa la realidad, con un enorme expresionismo. Inspira compasión por su rostro desfigurado, sobrecogedor. La corona de espinas está tallada en el mismo bloque que el cráneo. Se encuentra ciñéndole la frente, las sienes y los cabellos. Si nos fijamos bien, se puede ver una espina perforando la ceja. Las manos cubiertas en sangre sustentan una pesada cruz. Los ojos tienen forma almendrada con la dirección hacia abajo. Por último, tiene la boca entreabierta como echando el último aliento. Se ve a un Cristo envejecido por el dolor, cumpliendo su objetivo principal que es conseguir desatar un cúmulo de sensaciones en los fieles.
Sale en procesión por las calles de Sevilla realizando estación desde su sede habitual hasta la Santa Iglesia Catedral en la madrugada del Viernes Santo de la Semana Santa Sevillana. Se considera uno de los momentos más esperados de toda la Semana Grande. Muchas son las personas que esperan largas horas de pie con la esperanza de verlo.  El Cristo del Gran Poder es, sin ninguna duda, la mejor obra barroca que ha llegado hasta nuestros días por su composición, simbolismo y significado.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

REFLEXIÓN: Tiempo de Adviento




Texto y fotografía de JOSEP CAMACHO 

Llega la Navidad y con ella, un tiempo en el que la mayoría de las personas nos tomamos unos días para descansar y disfrutar de los pequeños placeres de la vida. No me estoy refiriendo al mero consumismo del día sí y día también, sino a algo mucho más grande, un resurgir de los valores más profundos. ¿Y cómo podemos conseguir recuperar esos valores? Por medio del Adviento.
Para aquéllos que no lo sepan, el Adviento es la época previa a la Navidad, los cuatro domingos antes del nacimiento de Jesús. Suele durar entre 22 y 28 días. El adviento es un tiempo para la auto reflexión y la oración. Es un tiempo en el que debemos prepararnos para la buena nueva, deshacernos de todo aquello que no nos aporta ningún bien y encaminarnos en busca de la Verdad.
La festividad del Adviento se caracteriza por situar tanto en las casas como en las iglesias una corona de pino, denominada corona de Adviento. Cada domingo se enciende una vela distinta que simboliza una virtud cristiana y que hay que mejorar. Los colores de esas velas son el morado, que se enciende el primer domingo; la roja, el segundo;  la rosa, el tercero y el cuarto domingo de Adviento, la vela blanca.  Por esta razón, la cuarta semana se enciende la blanca, por ser el último domingo. Ésta representa a Cristo, la pureza.
Además, durante los cuatro domingos de celebración, en las iglesias, los sacerdotes basan la lectura de los pasajes de la Biblia en esta fecha tan señalada. Pero el Adviento no sólo es celebrado por la Iglesia Cristiana, sino también por la Ortodoxa, aunque con algunas modificaciones.

El objetivo de las velas es que la familia, bien en su casa, o la comunidad en la iglesia, se reúna alrededor de ellas para meditar y pedir por la mejora de todos. Frente a un mundo donde impera el hacer por hacer, el Adviento nos conduce hacia la iluminación personal, a un encuentro con Dios, nuestro Señor.